Es uno de los barrios más antiguos de La Paz, escogido para albergar a quienes no pertenecían a la alcurnia. Hoy es fiel testigo de los sucesos que ocurren en el centro paceño.
Su templo, su plaza, sus calles, su cárcel y sus llauchas constituyen la personalidad de esta zona, escogida para ser “barrio de indios” durante la Colonia. En la actualidad San Pedro se ha convertido en una especie de centinela, desde donde sus habitantes coexisten y lidian con los acontecimientos diarios del ajetreado y muchas veces caótico centro paceño.
Durante la Colonia, el río Choqueyapu dividía a la ciudad de La Paz entre el norte, ocupado por familias de estirpe, y el sur, que era un campo vasto de sembradíos y chacras. Fue al otro lado del río que, según concuerdan varios cronistas, donde se decidió fundar un “barrio de indios”, según la publicación del PIEB realizada por la Oficialía Mayor de Culturas de La Paz San Pedro, el que fuera barrio de indios.
Fue así que San Pedro fue tomando forma a partir de 1700.
La construcción de la Iglesia de San Pedro terminó en 1720, según está escrito en el arco de su puerta de ingreso, pero fue incendiada durante el cerco a La Paz realizado por Túpac Katari en 1781.
Nueve años tardó su reconstrucción. Sin embargo, fue destruida nuevamente en otra rebelión indígena en 1857 y restaurada en el Gobierno de Narciso Campero.
En 1888 se realizó la Fundación de la “Nueva La Paz” en la parroquia de San Pedro, pues se decidió que la ciudad debía crecer por sus alrededores. Por aquella época se realizó un censo en La Paz que dio como resultado que en el barrio vivían 5.029 habitantes.
La plaza, la cárcel y los toros
“La plaza muestra un vetusto panóptico, que aún se sostiene a duras penas sobre sus muros de adobe, edificado en 1897, que ya no responde a las necesidades actuales”, escribió Julio Iturri Núñez del Prado en el libro Los barrios paceños, de 1987.
La plaza conocida como San Pedro, pero cuyo nombre original es Mariscal Sucre, fue construida a partir de 1700. En el centro se encuentra un busto de bronce fundido obsequiado en 1902, según la Guía del Patrimonio Escultórico Público de La Paz, hecha por la Unidad de Patrimonio Inmaterial del municipio paceño. El lugar también era conocido porque ahí se realizaban fusilamientos.
En el barrio hay construcciones muy características, como la Casa de la Congregación de las Siervas de María, la embotelladora Vascal, la Casa Rosada del MNR -parcialmente restaurada- y la casa donde funciona la escuela Cuba, entre otros. Y cómo olvidar al lugar más dulce de San Pedro, la tradicional heladería Splendid, con sus helados de canela y chirimoya.
Pero San Pedro se caracterizó también por ser el primer barrio en La Paz en tener una plaza de toros que primero se llamó Acho y que luego se convertiría en Olimpic, construida por Néstor Palazuelos, al final de la calle Nicolás Acosta. Allí se realizaban corridas con toreros de fama internacional.
Personajes y el ajayu de La Paz
Fue también en la Nicolás Acosta que vivió uno de los personajes más importantes del barrio, el historiador y escritor Arturo Costa de la Torre, quien llegó a tener siete habitaciones con información sobre La Paz. Escribió alrededor de una treintena de libros, entre ellos el Catálogo de la Bibliología en Bolivia, según reseñó su amigo y escritor Iturri Núñez del Prado.
En la actualidad, en la casa de Costa de la Torre vive un hijo adoptivo de San Pedro desde 1973, el cantante y compositor Luis Rico. “Los habitantes antiguos del barrio se constituyen de alguna manera en el ajayu de La Paz y eso lo piensan también los jóvenes, ya que al estar en la parte metropolitana de La Paz, es un observador del comportamiento del centro de la ciudad”, explica.
Cada marcha, cada petardo, cada “trancadera” la siente este barrio, sólo hay que sentarse cualquier día de la semana en su plaza, un lugar en donde se escucha el sonido proveniente de la plaza Murillo que anuncia la hora.
Otra personalidad del barrio fue el escritor e historiador Porfirio Díaz Machicao, quien creó el Museo de Escritores en La Paz y su medio hermano Antonio Díaz Villamil, el destacado escritor autor de la famosa La niña de sus ojos.
El Averno y la plaza Belzu
“Los poetas, pintores, dirigentes sindicales y actores iban al tradicional bar Averno. Eran dos cuartitos y en uno de esos estaba un diablo, un tío, un supay. Se servía té con té, puro calentadito”, cuenta el artista plástico y antropólogo Edgar Arandia, quien conoció este lugar ubicado en la plaza Belzu.
Uno de sus visitantes, así como a los otros bares aledaños a la plaza como la Zaida, fue el escritor Víctor Hugo Viscarra, que con sus obras convirtió a estos lugares en míticos.
Se dice que en algunos de esos bares “sanpedrinos” Viscarra no sólo bebía, sino que escribía. Fue también en esta plaza, además de la de San Pedro, donde finalizaba la Entrada del Gran Poder desde la década de 1970 hasta 1990.
Fuente Página Siete
Su templo, su plaza, sus calles, su cárcel y sus llauchas constituyen la personalidad de esta zona, escogida para ser “barrio de indios” durante la Colonia. En la actualidad San Pedro se ha convertido en una especie de centinela, desde donde sus habitantes coexisten y lidian con los acontecimientos diarios del ajetreado y muchas veces caótico centro paceño.
Durante la Colonia, el río Choqueyapu dividía a la ciudad de La Paz entre el norte, ocupado por familias de estirpe, y el sur, que era un campo vasto de sembradíos y chacras. Fue al otro lado del río que, según concuerdan varios cronistas, donde se decidió fundar un “barrio de indios”, según la publicación del PIEB realizada por la Oficialía Mayor de Culturas de La Paz San Pedro, el que fuera barrio de indios.
Fue así que San Pedro fue tomando forma a partir de 1700.
La construcción de la Iglesia de San Pedro terminó en 1720, según está escrito en el arco de su puerta de ingreso, pero fue incendiada durante el cerco a La Paz realizado por Túpac Katari en 1781.
Nueve años tardó su reconstrucción. Sin embargo, fue destruida nuevamente en otra rebelión indígena en 1857 y restaurada en el Gobierno de Narciso Campero.
En 1888 se realizó la Fundación de la “Nueva La Paz” en la parroquia de San Pedro, pues se decidió que la ciudad debía crecer por sus alrededores. Por aquella época se realizó un censo en La Paz que dio como resultado que en el barrio vivían 5.029 habitantes.
La plaza, la cárcel y los toros
“La plaza muestra un vetusto panóptico, que aún se sostiene a duras penas sobre sus muros de adobe, edificado en 1897, que ya no responde a las necesidades actuales”, escribió Julio Iturri Núñez del Prado en el libro Los barrios paceños, de 1987.
La plaza conocida como San Pedro, pero cuyo nombre original es Mariscal Sucre, fue construida a partir de 1700. En el centro se encuentra un busto de bronce fundido obsequiado en 1902, según la Guía del Patrimonio Escultórico Público de La Paz, hecha por la Unidad de Patrimonio Inmaterial del municipio paceño. El lugar también era conocido porque ahí se realizaban fusilamientos.
En el barrio hay construcciones muy características, como la Casa de la Congregación de las Siervas de María, la embotelladora Vascal, la Casa Rosada del MNR -parcialmente restaurada- y la casa donde funciona la escuela Cuba, entre otros. Y cómo olvidar al lugar más dulce de San Pedro, la tradicional heladería Splendid, con sus helados de canela y chirimoya.
Pero San Pedro se caracterizó también por ser el primer barrio en La Paz en tener una plaza de toros que primero se llamó Acho y que luego se convertiría en Olimpic, construida por Néstor Palazuelos, al final de la calle Nicolás Acosta. Allí se realizaban corridas con toreros de fama internacional.
Personajes y el ajayu de La Paz
Fue también en la Nicolás Acosta que vivió uno de los personajes más importantes del barrio, el historiador y escritor Arturo Costa de la Torre, quien llegó a tener siete habitaciones con información sobre La Paz. Escribió alrededor de una treintena de libros, entre ellos el Catálogo de la Bibliología en Bolivia, según reseñó su amigo y escritor Iturri Núñez del Prado.
En la actualidad, en la casa de Costa de la Torre vive un hijo adoptivo de San Pedro desde 1973, el cantante y compositor Luis Rico. “Los habitantes antiguos del barrio se constituyen de alguna manera en el ajayu de La Paz y eso lo piensan también los jóvenes, ya que al estar en la parte metropolitana de La Paz, es un observador del comportamiento del centro de la ciudad”, explica.
Cada marcha, cada petardo, cada “trancadera” la siente este barrio, sólo hay que sentarse cualquier día de la semana en su plaza, un lugar en donde se escucha el sonido proveniente de la plaza Murillo que anuncia la hora.
Otra personalidad del barrio fue el escritor e historiador Porfirio Díaz Machicao, quien creó el Museo de Escritores en La Paz y su medio hermano Antonio Díaz Villamil, el destacado escritor autor de la famosa La niña de sus ojos.
El Averno y la plaza Belzu
“Los poetas, pintores, dirigentes sindicales y actores iban al tradicional bar Averno. Eran dos cuartitos y en uno de esos estaba un diablo, un tío, un supay. Se servía té con té, puro calentadito”, cuenta el artista plástico y antropólogo Edgar Arandia, quien conoció este lugar ubicado en la plaza Belzu.
Uno de sus visitantes, así como a los otros bares aledaños a la plaza como la Zaida, fue el escritor Víctor Hugo Viscarra, que con sus obras convirtió a estos lugares en míticos.
Se dice que en algunos de esos bares “sanpedrinos” Viscarra no sólo bebía, sino que escribía. Fue también en esta plaza, además de la de San Pedro, donde finalizaba la Entrada del Gran Poder desde la década de 1970 hasta 1990.
Fuente Página Siete
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