Narcotráfico, asentamientos ilegales y tráfico de madera y animales.
Hay pistas clandestinas, laboratorios de cristalización de cocaína y contingentes armados. La venta del cuero de lagarto es un negocio millonario.
“Cuando buscábamos un campito donde jugar teníamos que caminar esquivando pozas de maceración”, cuenta Alejandra Rodríguez (nombre falso), una mujer de 40 años que pasó su niñez en las comunidades del Isiboro Sécure.
El narcotráfico no es algo nuevo en el área protegida, al igual que la explotación ilegal de madera; los avasallamientos violentos para tomar tierras o la caza y venta de caimanes y otros animales en peligro de extinción. Cuatro son los males que sobreviven a las décadas en el TIPNIS y persisten a pesar de la flamante ley de protección al territorio indígena y parque nacional.
El Isiboro Sécure es mucho más que un área protegidal. Las realidades que persisten allí dan cuenta de que en el centro mismo de Bolivia existieron y existen áreas fuera de cualquier clase de control estatal, donde todavía viven hacendados y loteadores que organizan asaltos y se practica la cacería de animales con fines “deportivos” y comerciales.
El negocio de la venta de cuero de lagartos y caimanes, por ejemplo, deja saldos millonarios a empresarios legales e ilegales.
Las invasiones
La última sucedió hace tres meses. De la primera ya nadie se acuerda porque nadie lleva la cuenta y seguramente sucedió mucho antes de que el TIPNIS fuera nombrado territorio indígena (1990) e incluso debió preceder al Decreto 07401 que en 1965 creó el parque nacional.
Unas semanas antes de la partida de la marcha que impidió el paso de la carretera por el TIPNIS, sucedió la última invasión de los productores de hoja de coca. El corregidor de la comunidad San Miguelito, Eleuterio Semo, relató a Página Siete cómo es el acoso de los colonizadores y el violento enfrentamiento de 2009 que derivó en la muerte de un cocalero (ver cuadro).
“En mi comunidad no cesan los avasallamientos. Después de que los desalojamos hace dos años ahora otra vez tenemos 600 colonizadores en la TCO”.
San Miguelito está en las orillas del río Isiboro, provincia Moxos. El bosque que rodea a la comunidad es tupido y el acceso es difícil. Estas condiciones, sin embargo, en lugar de ser una protección para los originarios hacen más tentador el terreno para los loteadores y cocaleros que buscan “pasar inadvertidos”.
Los narcos
Para el corregidor de San Miguelito no hay dudas de que existe una conexión entre los asentamientos y la penetración del narcotráfico. Él, al igual que Alejandra Rodríguez, conoce de la existencia de pozas de maceración en el interior del TIPNIS.
“Por culpa de las colonias existe el narcotráfico. Están en el parque antes de que se instalen sindicatos cocaleros en la TCO, los narcos promovieron que se asienten más colonos”.
El Gobierno conoce de la presencia de laboratorios de droga en el Isiboro Sécure, aunque no vincula este fenómeno a los avasallamientos de los productores de hoja de coca.
El ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez, expuso en la semana el hallazgo de una fábrica de cocaína. En el operativo falleció un miembro de Umopar, pues los narcos portaban armas.
La procesadora de pasta base cristalizaba 100 kilos de cocaína por día y fue encontrada en la localidad de Santa Rosa, en la región Sécure. Era operada por colombianos y bolivianos.
El campamento fue instalado hace tres años. Tenía 13 ambientes sólo para cristalizar la droga, de cinco dormitorios, una cocina, un depósito de alimentos y un taller técnico. Se hallaron turriles, combustible y armas.
Página Siete
Hay pistas clandestinas, laboratorios de cristalización de cocaína y contingentes armados. La venta del cuero de lagarto es un negocio millonario.
“Cuando buscábamos un campito donde jugar teníamos que caminar esquivando pozas de maceración”, cuenta Alejandra Rodríguez (nombre falso), una mujer de 40 años que pasó su niñez en las comunidades del Isiboro Sécure.
El narcotráfico no es algo nuevo en el área protegida, al igual que la explotación ilegal de madera; los avasallamientos violentos para tomar tierras o la caza y venta de caimanes y otros animales en peligro de extinción. Cuatro son los males que sobreviven a las décadas en el TIPNIS y persisten a pesar de la flamante ley de protección al territorio indígena y parque nacional.
El Isiboro Sécure es mucho más que un área protegidal. Las realidades que persisten allí dan cuenta de que en el centro mismo de Bolivia existieron y existen áreas fuera de cualquier clase de control estatal, donde todavía viven hacendados y loteadores que organizan asaltos y se practica la cacería de animales con fines “deportivos” y comerciales.
El negocio de la venta de cuero de lagartos y caimanes, por ejemplo, deja saldos millonarios a empresarios legales e ilegales.
Las invasiones
La última sucedió hace tres meses. De la primera ya nadie se acuerda porque nadie lleva la cuenta y seguramente sucedió mucho antes de que el TIPNIS fuera nombrado territorio indígena (1990) e incluso debió preceder al Decreto 07401 que en 1965 creó el parque nacional.
Unas semanas antes de la partida de la marcha que impidió el paso de la carretera por el TIPNIS, sucedió la última invasión de los productores de hoja de coca. El corregidor de la comunidad San Miguelito, Eleuterio Semo, relató a Página Siete cómo es el acoso de los colonizadores y el violento enfrentamiento de 2009 que derivó en la muerte de un cocalero (ver cuadro).
“En mi comunidad no cesan los avasallamientos. Después de que los desalojamos hace dos años ahora otra vez tenemos 600 colonizadores en la TCO”.
San Miguelito está en las orillas del río Isiboro, provincia Moxos. El bosque que rodea a la comunidad es tupido y el acceso es difícil. Estas condiciones, sin embargo, en lugar de ser una protección para los originarios hacen más tentador el terreno para los loteadores y cocaleros que buscan “pasar inadvertidos”.
Los narcos
Para el corregidor de San Miguelito no hay dudas de que existe una conexión entre los asentamientos y la penetración del narcotráfico. Él, al igual que Alejandra Rodríguez, conoce de la existencia de pozas de maceración en el interior del TIPNIS.
“Por culpa de las colonias existe el narcotráfico. Están en el parque antes de que se instalen sindicatos cocaleros en la TCO, los narcos promovieron que se asienten más colonos”.
El Gobierno conoce de la presencia de laboratorios de droga en el Isiboro Sécure, aunque no vincula este fenómeno a los avasallamientos de los productores de hoja de coca.
El ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez, expuso en la semana el hallazgo de una fábrica de cocaína. En el operativo falleció un miembro de Umopar, pues los narcos portaban armas.
La procesadora de pasta base cristalizaba 100 kilos de cocaína por día y fue encontrada en la localidad de Santa Rosa, en la región Sécure. Era operada por colombianos y bolivianos.
El campamento fue instalado hace tres años. Tenía 13 ambientes sólo para cristalizar la droga, de cinco dormitorios, una cocina, un depósito de alimentos y un taller técnico. Se hallaron turriles, combustible y armas.
Página Siete
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