29 oct.- Las almas o ajayus de los difuntos se diferencian por edad y tiempo de muerte. Hay almas mayores, almas menores y almas reciƩn fallecidas. Al difunto deben recordarlo consecutivamente durante tres aƱos.
La investigaciĆ³n corresponde al antropĆ³logo David Mendoza, quien asegura que el primer aƱo o mara qalta, junt’u jiwata, es el mejor celebrado; toda la familia se organiza para preparar una buena apxata (mesa de ofrendas), destinada al difunto en la celebraciĆ³n de Todos Santos.
El segundo aƱo o taypi mara (aƱo medio) se celebra con menos intensidad, y finalmente el tercer aƱo o tuyuka mara (fin del tercer aƱo) merece ser celebrado tanto o mƔs que el primer aƱo, pues es la despedida del ajayu.
En la regiĆ³n de los Andes —menciona Mendoza— se conoce por tradiciĆ³n que los ajayus llegan en noviembre con mucha sed y hambre, muchas veces vienen encarnados en moscas, insectos que se posan y dan vueltas sobre los alimentos del altar de los difuntos.
El 1 de noviembre algunas familias suelen dejar la puerta abierta y velar toda la noche anterior. La tradiciĆ³n en la espera de los ajayus incluye reunirse alrededor de la mesa de ofrendas y proceder a comer, beber, acullicar, fumar y recordar al difunto o difuntos familiares o amigos que “partieron antes” y que ya se encuentran en el HuiƱaymarka o pueblo eterno.
Se suele repetir la frase en aymara mientras se espera: ajayuna purakaparupata sirpt’asiƱani, que significa: nos serviremos al provecho del ajayu.
El color del altar que debe estar preparado el 1 de noviembre antes de mediodĆa —que es la hora cuando llegan los ajayus— nos indica el tipo de fallecido, menciona Mendoza.
Si el color es blanco se trata del alma de un niƱo o joven, si es negro pertenece a una persona de sexo masculino, si hay un aguayo la difunta es mujer.
Una serie de tradiciones y costumbres se mantienen en la festividad de Todos Santos, que perdura en el pueblo por el afecto que se tiene por los ajayus de los amigos y familiares que fallecieron.
La investigaciĆ³n corresponde al antropĆ³logo David Mendoza, quien asegura que el primer aƱo o mara qalta, junt’u jiwata, es el mejor celebrado; toda la familia se organiza para preparar una buena apxata (mesa de ofrendas), destinada al difunto en la celebraciĆ³n de Todos Santos.
El segundo aƱo o taypi mara (aƱo medio) se celebra con menos intensidad, y finalmente el tercer aƱo o tuyuka mara (fin del tercer aƱo) merece ser celebrado tanto o mƔs que el primer aƱo, pues es la despedida del ajayu.
En la regiĆ³n de los Andes —menciona Mendoza— se conoce por tradiciĆ³n que los ajayus llegan en noviembre con mucha sed y hambre, muchas veces vienen encarnados en moscas, insectos que se posan y dan vueltas sobre los alimentos del altar de los difuntos.
El 1 de noviembre algunas familias suelen dejar la puerta abierta y velar toda la noche anterior. La tradiciĆ³n en la espera de los ajayus incluye reunirse alrededor de la mesa de ofrendas y proceder a comer, beber, acullicar, fumar y recordar al difunto o difuntos familiares o amigos que “partieron antes” y que ya se encuentran en el HuiƱaymarka o pueblo eterno.
Se suele repetir la frase en aymara mientras se espera: ajayuna purakaparupata sirpt’asiƱani, que significa: nos serviremos al provecho del ajayu.
El color del altar que debe estar preparado el 1 de noviembre antes de mediodĆa —que es la hora cuando llegan los ajayus— nos indica el tipo de fallecido, menciona Mendoza.
Si el color es blanco se trata del alma de un niƱo o joven, si es negro pertenece a una persona de sexo masculino, si hay un aguayo la difunta es mujer.
Una serie de tradiciones y costumbres se mantienen en la festividad de Todos Santos, que perdura en el pueblo por el afecto que se tiene por los ajayus de los amigos y familiares que fallecieron.
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