La Asociación de Periodistas de La Paz anunció el sábado la entrega del Premio Nacional de Periodismo 2011 al prolífico periodista e historiador Mariano Baptista Gumucio. El mérito: “Su aporte a la cultura y a la historia del país a través del rescate de valores y tradiciones de los más diversos rincones del país”.
Página Siete conversó ayer con el periodista cochabambino sobre su trayectoria y su percepción del periodismo, y su aporte a la cultura boliviana.
¿Cómo evalúa su labor de prensa a lo largo de tantos años?
Bueno, ha sido una relación muy grata. He pasado casi 20 años de mi vida en los periódicos. He sido director del diario Última Hora, con muy buenos colaboradores en dos etapas, una de diez años y otra de cuatro. He trabajado también como columnista en el diario Presencia y he sido corresponsal de la Revista Visión, que tuvo mucho prestigio en su momento. Cuando viví en Venezuela diez años trabajé en la Cadena de periódicos Capriles. Así es que siempre he tenido un recuerdo muy gratificante de mi trabajo en las redacciones o como director del periódico.
He hecho grandes amigos aquí y en Venezuela, y no tengo queja alguna, aunque si he sido allanado y llevado a la Policía por el Gobierno de García Meza y también me han secuestrado una edición de Última Hora. Pero son los gajes del oficio.
¿Considera que se valora el trabajo periodístico en Bolivia?
No. No se valora, sobre todo por los empresarios. Yo trabajé con un empresario excepcional, don Mario Mercado Vaca Guzmán, que fue un gran señor. Pero de los demás empresarios no diría lo mismo.
¿Cuál es a su parecer el papel del periodismo en la sociedad?
Yo ya no diría que el periodismo sea el cuarto poder del Estado, como creían los liberales, pero considero que tiene una función utilísima -sobre todo el periodismo televisivo- porque es capaz de destruir una reputación en diez minutos o de crear un liderazgo. Y porque la gente ya no lee mucho ahora, se inclina por ver televisión y de ahí que de ella hayan salido conductores políticos como Carlos Mesa, que es el caso paradigmático, y otros tantos. El rostro en la televisión es el que vende más y la prensa escrita tiene un papel secundario.
¿Cuál es su percepción sobre el ejercicio del periodismo en Bolivia?
Yo creo que el periodismo de antes era más valiente, más osado, pero que también tenía sus fallas. Se trataba con cierta ligereza asuntos que no se podían probar, en fin. Por eso es que también ha habido una reacción en sentido de que la prensa tenga una forma de autocontrol para no dañar personalidades o hacer acusaciones que luego son infundadas. Entonces los periodistas debemos someternos ahora y siempre a un código de ética y eso es fundamental.
Además, el poder político de hoy y de ayer se ha dado modos para apoderarse de la prensa, lo que también es lamentable. Pero, en fin, ésa es la situación aquí y en otras partes de América.
Un área en la que ha trabajado mucho es el periodismo cultural, ¿cuál es su opinión sobre el trabajo actual de los medios en este campo?
Creo que los medios no han caído en las manos de los directores, sino de los administradores y la preocupación de éstos es hacer dinero. Ellos piensan que se vende más cuanto más frívolo es el periódico, cuanto más pequeñas son las píldoras de información y ésta es una tendencia que viene de EEUU y de Europa. Y esto va en desmedro de la cultura de la gente.
Antes teníamos grandes columnistas, grandes editoriales, pero ahora los administradores piensan que eso no se lee. Entonces han ido reduciendo incluso el tamaño de los artículos. A veces el domingo podemos encontrar un poco de buena lectura, pero en general la prensa está dedicada a sobrevivir haciendo dinero a través del avisaje.
Ensayos y literatura muy importantes para la historia del país se han difundido a través de la prensa, ¿qué dice al respecto?
Yo estoy preparando un museo sobre Franz Tamayo y, por ejemplo, él fue capaz - y no sé si lo hizo bien o mal- de cambiar la negociación marítima con Chile de 1950 con un artículo, con una especie de manifiesto. Después él tiene otra página que no la pudo publicar en su momento y la sacó como hoja independiente proclamando el derecho del pueblo al tiranicidio, que fue una cosa muy importante para su momento. Entonces esos personajes como Franz Tamayo o como Alcides Arguedas o como Ramiro Sánchez Bustamante podían cambiar una ley en Bolivia con un artículo. Hoy día ya no.
Otra labor muy importante ha sido la publicación de una gran cantidad de libros de literatura boliviana con la Biblioteca Popular de Última Hora'
Sí, hemos publicado alrededor de 50 libros, con un tiraje de 300 mil ejemplares que se vendieron casi todos. Lo que no pudimos vender lo regalamos incluso a Evo Morales para el Chapare, una vez que vino en una marcha.
¿Qué significa para usted este reconocimiento de la APLP?
Pues significa mucho' mucho, mucho, porque es el primer reconocimiento que me hacen mis colegas y usted sabe que en el periodismo, como en las demás profesiones, no hay cariños mutuos, lamentablemente la gente se tira a matar. Entonces que los colegas de la asociación me hayan reconocido de forma unánime es altamente gratificante para mí.
Página Siete
Página Siete conversó ayer con el periodista cochabambino sobre su trayectoria y su percepción del periodismo, y su aporte a la cultura boliviana.
¿Cómo evalúa su labor de prensa a lo largo de tantos años?
Bueno, ha sido una relación muy grata. He pasado casi 20 años de mi vida en los periódicos. He sido director del diario Última Hora, con muy buenos colaboradores en dos etapas, una de diez años y otra de cuatro. He trabajado también como columnista en el diario Presencia y he sido corresponsal de la Revista Visión, que tuvo mucho prestigio en su momento. Cuando viví en Venezuela diez años trabajé en la Cadena de periódicos Capriles. Así es que siempre he tenido un recuerdo muy gratificante de mi trabajo en las redacciones o como director del periódico.
He hecho grandes amigos aquí y en Venezuela, y no tengo queja alguna, aunque si he sido allanado y llevado a la Policía por el Gobierno de García Meza y también me han secuestrado una edición de Última Hora. Pero son los gajes del oficio.
¿Considera que se valora el trabajo periodístico en Bolivia?
No. No se valora, sobre todo por los empresarios. Yo trabajé con un empresario excepcional, don Mario Mercado Vaca Guzmán, que fue un gran señor. Pero de los demás empresarios no diría lo mismo.
¿Cuál es a su parecer el papel del periodismo en la sociedad?
Yo ya no diría que el periodismo sea el cuarto poder del Estado, como creían los liberales, pero considero que tiene una función utilísima -sobre todo el periodismo televisivo- porque es capaz de destruir una reputación en diez minutos o de crear un liderazgo. Y porque la gente ya no lee mucho ahora, se inclina por ver televisión y de ahí que de ella hayan salido conductores políticos como Carlos Mesa, que es el caso paradigmático, y otros tantos. El rostro en la televisión es el que vende más y la prensa escrita tiene un papel secundario.
¿Cuál es su percepción sobre el ejercicio del periodismo en Bolivia?
Yo creo que el periodismo de antes era más valiente, más osado, pero que también tenía sus fallas. Se trataba con cierta ligereza asuntos que no se podían probar, en fin. Por eso es que también ha habido una reacción en sentido de que la prensa tenga una forma de autocontrol para no dañar personalidades o hacer acusaciones que luego son infundadas. Entonces los periodistas debemos someternos ahora y siempre a un código de ética y eso es fundamental.
Además, el poder político de hoy y de ayer se ha dado modos para apoderarse de la prensa, lo que también es lamentable. Pero, en fin, ésa es la situación aquí y en otras partes de América.
Un área en la que ha trabajado mucho es el periodismo cultural, ¿cuál es su opinión sobre el trabajo actual de los medios en este campo?
Creo que los medios no han caído en las manos de los directores, sino de los administradores y la preocupación de éstos es hacer dinero. Ellos piensan que se vende más cuanto más frívolo es el periódico, cuanto más pequeñas son las píldoras de información y ésta es una tendencia que viene de EEUU y de Europa. Y esto va en desmedro de la cultura de la gente.
Antes teníamos grandes columnistas, grandes editoriales, pero ahora los administradores piensan que eso no se lee. Entonces han ido reduciendo incluso el tamaño de los artículos. A veces el domingo podemos encontrar un poco de buena lectura, pero en general la prensa está dedicada a sobrevivir haciendo dinero a través del avisaje.
Ensayos y literatura muy importantes para la historia del país se han difundido a través de la prensa, ¿qué dice al respecto?
Yo estoy preparando un museo sobre Franz Tamayo y, por ejemplo, él fue capaz - y no sé si lo hizo bien o mal- de cambiar la negociación marítima con Chile de 1950 con un artículo, con una especie de manifiesto. Después él tiene otra página que no la pudo publicar en su momento y la sacó como hoja independiente proclamando el derecho del pueblo al tiranicidio, que fue una cosa muy importante para su momento. Entonces esos personajes como Franz Tamayo o como Alcides Arguedas o como Ramiro Sánchez Bustamante podían cambiar una ley en Bolivia con un artículo. Hoy día ya no.
Otra labor muy importante ha sido la publicación de una gran cantidad de libros de literatura boliviana con la Biblioteca Popular de Última Hora'
Sí, hemos publicado alrededor de 50 libros, con un tiraje de 300 mil ejemplares que se vendieron casi todos. Lo que no pudimos vender lo regalamos incluso a Evo Morales para el Chapare, una vez que vino en una marcha.
¿Qué significa para usted este reconocimiento de la APLP?
Pues significa mucho' mucho, mucho, porque es el primer reconocimiento que me hacen mis colegas y usted sabe que en el periodismo, como en las demás profesiones, no hay cariños mutuos, lamentablemente la gente se tira a matar. Entonces que los colegas de la asociación me hayan reconocido de forma unánime es altamente gratificante para mí.
Página Siete
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