Fue factor fundamental en la organización de los comités de amas de casa mineras.
“Pienso que mi vida está relacionada con mi pueblo”. Es el testimonio de Domitila Barrios de Chungara en el inicio del libro que la dio a conocer en el planeta, Si me permiten hablar…, escrito por la periodista brasileña Moema Viezzer en 1977, con base en largas entrevistas que sostuvo con la ama de casa boliviana en 1975 en México y en Siglo XX.
Fue una de las impulsoras de la huelga de hambre de mujeres mineras que terminó con la dictadura de Hugo Banzer en 1977.
Su decisión, arrojo y valor la llevaron a las prisiones y al exilio. Tuvo 11 hijos, pero cuatro murieron en épocas de resistencia.
La luchadora. Con su llegada a la población de Siglo XX en 1957, su visión de la vida cambia no sólo porque ya era una mujer casada y madre, sino por el alto nivel político de la población. Catavi, Siglo XX, Llallagua, Uncía y Cancañiri eran el centro de la política sindical del país.
Comenzó a pensar y a pedir que los “revolucionarios” del sindicato también debían serlo en sus hogares y con sus esposas, hijas y madres. En 1961 se creó el Comité de Amas de Casa que fue reconocido por el sindicato de mineros y ella se incorporó en 1963.
Ingresó en la militancia política que la llevó a las cárceles clandestinas de las dictaduras en varias oportunidades. Después fue candidata a la vicepresidencia junto a Casiano Amurrio por el Frente Revolucionario de Izquierda en las elecciones generales del 9 de junio de 1978.
defensora de la mujer. Abandonó la militancia partidaria después de 1983 y se dedicó a la promoción social y educación de la mujer.
La relocalización de 1986 la volvió a los primeros planos, pues pidió la unidad de los mineros contra el modelo neoliberal que imponía el MNR.
En los últimos años, creó una escuela de formación política que apoya a los movimientos sociales con afinidad al MAS, aunque sin un compromiso militante.
1961 ingresa como militante en el Partido Comunista de Bolivia, en el sector identificado con la revolución china.
La lideresa, de viva voz
La dirigente minera y defensora de los derechos humanos y de la mujer tuvo expresiones siempre comprometidas.
“El machismo es también una arma del imperialismo y debemos acabar con él”.
“En 1976, nos enteramos de que se había organizado la Asamblea de Derechos Humanos. Fui a La Paz y me eligieron Vicepresidenta”.
“Me daba cuenta de que existían tres tipos de familias en las minas: una era la acomodada, que tenía calefacción para soportar la verdadera furia del frío por las noches; otra era la pobre, a la cual pertenecíamos, en donde se descontaba del 70 por ciento de los sueldos. Pero existía otra, la cual era parte de una injusticia social extrema. Eran los huérfanos y las esposas de los mineros”.
“Crear nosotros mismos los instrumentos que hacen falta y mejorar nuestra lucha para liberarnos definitivamente del imperialismo e implantar el socialismo”.
“En un régimen socialista habrá oportunidad para todos”.
La Prensa
“Pienso que mi vida está relacionada con mi pueblo”. Es el testimonio de Domitila Barrios de Chungara en el inicio del libro que la dio a conocer en el planeta, Si me permiten hablar…, escrito por la periodista brasileña Moema Viezzer en 1977, con base en largas entrevistas que sostuvo con la ama de casa boliviana en 1975 en México y en Siglo XX.
Fue una de las impulsoras de la huelga de hambre de mujeres mineras que terminó con la dictadura de Hugo Banzer en 1977.
Su decisión, arrojo y valor la llevaron a las prisiones y al exilio. Tuvo 11 hijos, pero cuatro murieron en épocas de resistencia.
La luchadora. Con su llegada a la población de Siglo XX en 1957, su visión de la vida cambia no sólo porque ya era una mujer casada y madre, sino por el alto nivel político de la población. Catavi, Siglo XX, Llallagua, Uncía y Cancañiri eran el centro de la política sindical del país.
Comenzó a pensar y a pedir que los “revolucionarios” del sindicato también debían serlo en sus hogares y con sus esposas, hijas y madres. En 1961 se creó el Comité de Amas de Casa que fue reconocido por el sindicato de mineros y ella se incorporó en 1963.
Ingresó en la militancia política que la llevó a las cárceles clandestinas de las dictaduras en varias oportunidades. Después fue candidata a la vicepresidencia junto a Casiano Amurrio por el Frente Revolucionario de Izquierda en las elecciones generales del 9 de junio de 1978.
defensora de la mujer. Abandonó la militancia partidaria después de 1983 y se dedicó a la promoción social y educación de la mujer.
La relocalización de 1986 la volvió a los primeros planos, pues pidió la unidad de los mineros contra el modelo neoliberal que imponía el MNR.
En los últimos años, creó una escuela de formación política que apoya a los movimientos sociales con afinidad al MAS, aunque sin un compromiso militante.
1961 ingresa como militante en el Partido Comunista de Bolivia, en el sector identificado con la revolución china.
La lideresa, de viva voz
La dirigente minera y defensora de los derechos humanos y de la mujer tuvo expresiones siempre comprometidas.
“El machismo es también una arma del imperialismo y debemos acabar con él”.
“En 1976, nos enteramos de que se había organizado la Asamblea de Derechos Humanos. Fui a La Paz y me eligieron Vicepresidenta”.
“Me daba cuenta de que existían tres tipos de familias en las minas: una era la acomodada, que tenía calefacción para soportar la verdadera furia del frío por las noches; otra era la pobre, a la cual pertenecíamos, en donde se descontaba del 70 por ciento de los sueldos. Pero existía otra, la cual era parte de una injusticia social extrema. Eran los huérfanos y las esposas de los mineros”.
“Crear nosotros mismos los instrumentos que hacen falta y mejorar nuestra lucha para liberarnos definitivamente del imperialismo e implantar el socialismo”.
“En un régimen socialista habrá oportunidad para todos”.
La Prensa
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