La Paz, 3 mar.- La popularidad del presidente Evo Morales, que en el lapso 2006-2010 tocó picos de 80%, ha crecido en lo que va de 2012 lento pero constante, en contraste con los registros de hace un año, marcados por su decisión revocada de equiparar los precios de las gasolinas en Bolivia con los vigentes, a la sazón, en el mercado regional.
Cinco meses después de una represión policial a indígenas de tierras bajas que marchaban de Trinidad a La Paz en oposición a la construcción de una carretera entre el centro subandino y el nordeste amazónico de Bolivia, el país con menor infraestructura carretera de Sudamérica, calara su popularidad, Morales y su gobierno recuperaron terreno en el primer bimestre del año.
De acuerdo con una encuesta formulada por la privada Ipsos y divulgada por la red ATB,, Morales recibió una aprobación de 39%. Su popularidad se concentra en las ciudades de La Paz y El Alto y, en menor proporción, en las de Cochabamba y Santa Cruz, universo del estudio y donde se tomó una muestra de 1.060 ciudadanos, de entre 18 y 70 años, en febrero pasado.
El mandatario escalaba otra vez en las preferencias de los bolivianos en un período semestral en que se registraron 3 marchas, una de ellas de 60 días a la sede del Ejecutivo.
El gobernante, que ha ganado las últimas dos presidenciales con índices inéditos en la historia electoral boliviana, 54% en 2005 y 62% cuatro años más tarde, enfrenta aún, a más de 3 años de los comicios de fines de 2014, una desaprobación de 1 y cada dos bolivianos.
En el limbo queda la opinión o percepción de 11 de cada 100 ciudadanos bolivianos.
En tanto la gestión de su Gobierno experimenta también una suba a 34%, con la misma tendencia de apoyo en las ciudades de El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, en ese orden de prioridades.
La opinión de los bolivianos respecto al vicepresidente Alvaro García Linera marca también premisas de recuperación que lo han situado en el 35%.
El gobernante de izquierdas que ha enfrentado en el último semestre arrestos de organizaciones indígenas de tierras bajas, además de una agrupación de personas con discapacidades físicas, que también alborotó el escenario político criollo con una marcha que recaló en La Paz, tras una andadura de 40 días desde el centro del país, lidia también contra la oposición política y una serie de oenegés que despuntan intereses foráneos, según ha denunciado su administración.
La valoración pública de la oposición al gobierno de Morales corre en cambio a la baja.
De acuerdo con Ipsos, la puntuación que consigna la oposición es de 22%. El nivel de su desaprobación es de casi 2/3 del electorado potencial.
A la Asamblea Legislativa Plurinacional no le va mucho mejor: 25% y 55% de desaprobación.
En los mismos parámetros se desenvuelve el Poder Judicial boliviano que pese a su reforma y posesión de nuevos operadores que han pedido el beneficio de la duda, no puede desembarazarse de la mala reputación de más de 150 años de inequidades.
ABI
Cinco meses después de una represión policial a indígenas de tierras bajas que marchaban de Trinidad a La Paz en oposición a la construcción de una carretera entre el centro subandino y el nordeste amazónico de Bolivia, el país con menor infraestructura carretera de Sudamérica, calara su popularidad, Morales y su gobierno recuperaron terreno en el primer bimestre del año.
De acuerdo con una encuesta formulada por la privada Ipsos y divulgada por la red ATB,, Morales recibió una aprobación de 39%. Su popularidad se concentra en las ciudades de La Paz y El Alto y, en menor proporción, en las de Cochabamba y Santa Cruz, universo del estudio y donde se tomó una muestra de 1.060 ciudadanos, de entre 18 y 70 años, en febrero pasado.
El mandatario escalaba otra vez en las preferencias de los bolivianos en un período semestral en que se registraron 3 marchas, una de ellas de 60 días a la sede del Ejecutivo.
El gobernante, que ha ganado las últimas dos presidenciales con índices inéditos en la historia electoral boliviana, 54% en 2005 y 62% cuatro años más tarde, enfrenta aún, a más de 3 años de los comicios de fines de 2014, una desaprobación de 1 y cada dos bolivianos.
En el limbo queda la opinión o percepción de 11 de cada 100 ciudadanos bolivianos.
En tanto la gestión de su Gobierno experimenta también una suba a 34%, con la misma tendencia de apoyo en las ciudades de El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, en ese orden de prioridades.
La opinión de los bolivianos respecto al vicepresidente Alvaro García Linera marca también premisas de recuperación que lo han situado en el 35%.
El gobernante de izquierdas que ha enfrentado en el último semestre arrestos de organizaciones indígenas de tierras bajas, además de una agrupación de personas con discapacidades físicas, que también alborotó el escenario político criollo con una marcha que recaló en La Paz, tras una andadura de 40 días desde el centro del país, lidia también contra la oposición política y una serie de oenegés que despuntan intereses foráneos, según ha denunciado su administración.
La valoración pública de la oposición al gobierno de Morales corre en cambio a la baja.
De acuerdo con Ipsos, la puntuación que consigna la oposición es de 22%. El nivel de su desaprobación es de casi 2/3 del electorado potencial.
A la Asamblea Legislativa Plurinacional no le va mucho mejor: 25% y 55% de desaprobación.
En los mismos parámetros se desenvuelve el Poder Judicial boliviano que pese a su reforma y posesión de nuevos operadores que han pedido el beneficio de la duda, no puede desembarazarse de la mala reputación de más de 150 años de inequidades.
ABI
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