Vendedoras aseguran que hay más controles en la carretera que conduce a Oruro, por lo que prefieren ir a la feria alteña 16 de Julio para conseguir las prendas.
La feria 16 de Julio de El Alto se convirtió en un nuevo centro de acopio de ropa usada debido a que en Oruro se incrementó el control aduanero para evitar el ingreso de estas prendas, coinciden comerciantes de este sector en la ciudad de La Paz.
Comerciantes dedicados a este comercio, que está prohibido por el Decreto Supremo 28761, compran en el mercado alteño y luego venden al menudeo en este lugar y en puestos de Villa Fátima y del centro de La Paz.
“De El Alto (compramos), porque ahora está prohibido traer de Oruro. Antes traíamos de Oruro, pero ahora nos quita la Aduana”, afirmó Martha Mendoza (39 años), que tiene su puesto de venta en Villa Fátima.
“Y hasta de El Alto nos quitan toda la ropa al bajar aquí (ciudad de La Paz)”, agrega la vendedora que se dedica a esta actividad hace 12 años y reconoce que en ocasiones sobornan a policías “para que nos dejen pasar”.
Otra comerciante, que vende al menudeo desde hace 11 años y que evitó dar su nombre, contó que el domingo es el día “clave” para ir a la urbe alteña a fin de aprovisionarse de esta mercadería.
“Vamos los domingos para la apertura de los fardos. Hay que ir a las seis de la mañana, porque a esa hora llegan las mayoristas en camiones de Oruro”, relató.
Vendedoras coinciden en que adquieren las prendas en fardos, cuyo precio varía según su calidad (desde 70 dólares hasta superar los 200 dólares), aunque también en ocasiones las seleccionan una vez que las mayoristas abren los bultos de ropa a medio uso.
“Hay ratos que traemos fardos cerrados, hay ratos que escogemos. Pero la mayoría de aquí (hace referencia a su tienda) yo escojo prendas que están a la moda y conservadas”, dice Víctor Cano, de 36 años, que está en este rubro desde hace siete años.
Mediante el Decreto 28761, de 2006, el Gobierno prohibió la importación de prendas a medio uso a partir del 21 de abril de 2007.
Esa norma también vetó la comercialización desde el 1 de marzo de 2008, pero este último plazo fue modificado el 16 de abril de 2008, cuando se emitió el Decreto 29521, que extendió la venta hasta el 1 de abril de 2009.
Comerciantes aseguran que dedicarse a este negocio les garantiza clientes e ingresos a diferencia de lo que ocurre con la ropa nueva. Tal es el caso de una vendedora de la calle Ocobaya de Villa Fátima, que no quiso dar su nombre y que contó que intentó comercializar prendas sin uso, pero no le fue bien.
“He intentado traer ropa nueva, no me sale, es muy cara. Traje poleras, pantalones, pero no me ha salido. La gente quiere más económico; y también la ropa usada dura más y la gente prefiere eso”, dijo.
Wilfredo Rojo, presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, afirma que el argumento de la falta de empleo es un “pretexto”, pues hay un gran déficit de mano de obra calificada.
“Hay gente floja que lo único que hace es sentarse en un mercado y esperar que alguien vaya y le compre, y tener una utilidad. Eso es un pretexto solamente para estar en lo informal”, dice.
Página Siete
La feria 16 de Julio de El Alto se convirtió en un nuevo centro de acopio de ropa usada debido a que en Oruro se incrementó el control aduanero para evitar el ingreso de estas prendas, coinciden comerciantes de este sector en la ciudad de La Paz.
Comerciantes dedicados a este comercio, que está prohibido por el Decreto Supremo 28761, compran en el mercado alteño y luego venden al menudeo en este lugar y en puestos de Villa Fátima y del centro de La Paz.
“De El Alto (compramos), porque ahora está prohibido traer de Oruro. Antes traíamos de Oruro, pero ahora nos quita la Aduana”, afirmó Martha Mendoza (39 años), que tiene su puesto de venta en Villa Fátima.
“Y hasta de El Alto nos quitan toda la ropa al bajar aquí (ciudad de La Paz)”, agrega la vendedora que se dedica a esta actividad hace 12 años y reconoce que en ocasiones sobornan a policías “para que nos dejen pasar”.
Otra comerciante, que vende al menudeo desde hace 11 años y que evitó dar su nombre, contó que el domingo es el día “clave” para ir a la urbe alteña a fin de aprovisionarse de esta mercadería.
“Vamos los domingos para la apertura de los fardos. Hay que ir a las seis de la mañana, porque a esa hora llegan las mayoristas en camiones de Oruro”, relató.
Vendedoras coinciden en que adquieren las prendas en fardos, cuyo precio varía según su calidad (desde 70 dólares hasta superar los 200 dólares), aunque también en ocasiones las seleccionan una vez que las mayoristas abren los bultos de ropa a medio uso.
“Hay ratos que traemos fardos cerrados, hay ratos que escogemos. Pero la mayoría de aquí (hace referencia a su tienda) yo escojo prendas que están a la moda y conservadas”, dice Víctor Cano, de 36 años, que está en este rubro desde hace siete años.
Mediante el Decreto 28761, de 2006, el Gobierno prohibió la importación de prendas a medio uso a partir del 21 de abril de 2007.
Esa norma también vetó la comercialización desde el 1 de marzo de 2008, pero este último plazo fue modificado el 16 de abril de 2008, cuando se emitió el Decreto 29521, que extendió la venta hasta el 1 de abril de 2009.
Comerciantes aseguran que dedicarse a este negocio les garantiza clientes e ingresos a diferencia de lo que ocurre con la ropa nueva. Tal es el caso de una vendedora de la calle Ocobaya de Villa Fátima, que no quiso dar su nombre y que contó que intentó comercializar prendas sin uso, pero no le fue bien.
“He intentado traer ropa nueva, no me sale, es muy cara. Traje poleras, pantalones, pero no me ha salido. La gente quiere más económico; y también la ropa usada dura más y la gente prefiere eso”, dijo.
Wilfredo Rojo, presidente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, afirma que el argumento de la falta de empleo es un “pretexto”, pues hay un gran déficit de mano de obra calificada.
“Hay gente floja que lo único que hace es sentarse en un mercado y esperar que alguien vaya y le compre, y tener una utilidad. Eso es un pretexto solamente para estar en lo informal”, dice.
Página Siete
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