Al combinado heleno le bastó el gol de Karagounis, al borde del descanso, para clasificarse para los cuartos de final de esta Eurocopa. Rusia, por su parte, se vio perjudicada tanto por la ‘machada’ helena como por la victoria de la República Checa frente a Polonia.
La imprevisibilidad que va aparejada al deporte rey quedó reflejada, a la perfección, durante el transcurso del Grecia-Rusia. Un partido que dominaron los rusos, que arrancaban la tercera jornada de la fase de grupos como líderes del grupo A, y que acabaron ganando los griegos. Del único despiste de Zhirkov en todo el partido, se aprovechó Karagounis para marcar el 1-0 al borde del descanso y para clasificar a Grecia para los cuartos de final de esta Eurocopa de Polonia y Ucrania. Para mayor disgusto ruso, la ‘machada’ helena vino acompañada de la victoria de la República Checa ante Polonia (1-0) y el conjunto de Dirk Advocaat se quedó fuera del torneo continental sin merecerlo.
No lo merecía porque llevó la iniciativa ante Grecia, porque puso el fútbol y las ocasiones y porque se desfondó buscando esos huecos que los hombres de Fernando Santos se encargaron de tapar a la perfección. A fin de cuentas, si algo define a Grecia es, precisamente, su contundencia defensiva. Los centrales Papadopoulos y Papastathopoulos fueron infranqueables, igual que Tzavellas y Torossidis por los flancos izquierdo y derecho, respectivamente. Maniatis y Katsouranis contuvieron el medio campo mientras Samaras controlaba los tiempos, robaba balones y orquestaba el juego a la contra de una Grecia beneficiada, también, por la falta de acierto ruso.
Lo intentaron desde Arshavin hasta Zhirkov, pasando por Dzagoev (el futbolista más creativo y desequilibrante de Rusia), Kerzhakov, Pavlyuchenko o Denisov. Sin embargo, ninguno de ellos fue capaz de batir la meta de Sifakis, seguro bajo los tres palos y beneficiado también por la madera, que repelió, en el 70, un potente disparo de falta de Tzavellas. Si hubiera entrado, Rusia se habría clasificado. Básicamente porque los rusos no necesitaban ni ganar para llegar a la siguiente fase, les bastaba con empatar. Sin embargo, conseguir las tablas resultó ser una tarea demasiado ardua para los hombres de Advocaat, que deslumbraron con el 4-1 que le endosaron a la República Checa en la primera jornada, erraron cediendo un empate frente a Polonia, en la segunda, y cayeron eliminados en la tercera, con una derrota por la mínima (1-0) y una tremenda sensación de injusticia.
La imprevisibilidad que va aparejada al deporte rey quedó reflejada, a la perfección, durante el transcurso del Grecia-Rusia. Un partido que dominaron los rusos, que arrancaban la tercera jornada de la fase de grupos como líderes del grupo A, y que acabaron ganando los griegos. Del único despiste de Zhirkov en todo el partido, se aprovechó Karagounis para marcar el 1-0 al borde del descanso y para clasificar a Grecia para los cuartos de final de esta Eurocopa de Polonia y Ucrania. Para mayor disgusto ruso, la ‘machada’ helena vino acompañada de la victoria de la República Checa ante Polonia (1-0) y el conjunto de Dirk Advocaat se quedó fuera del torneo continental sin merecerlo.
No lo merecía porque llevó la iniciativa ante Grecia, porque puso el fútbol y las ocasiones y porque se desfondó buscando esos huecos que los hombres de Fernando Santos se encargaron de tapar a la perfección. A fin de cuentas, si algo define a Grecia es, precisamente, su contundencia defensiva. Los centrales Papadopoulos y Papastathopoulos fueron infranqueables, igual que Tzavellas y Torossidis por los flancos izquierdo y derecho, respectivamente. Maniatis y Katsouranis contuvieron el medio campo mientras Samaras controlaba los tiempos, robaba balones y orquestaba el juego a la contra de una Grecia beneficiada, también, por la falta de acierto ruso.
Lo intentaron desde Arshavin hasta Zhirkov, pasando por Dzagoev (el futbolista más creativo y desequilibrante de Rusia), Kerzhakov, Pavlyuchenko o Denisov. Sin embargo, ninguno de ellos fue capaz de batir la meta de Sifakis, seguro bajo los tres palos y beneficiado también por la madera, que repelió, en el 70, un potente disparo de falta de Tzavellas. Si hubiera entrado, Rusia se habría clasificado. Básicamente porque los rusos no necesitaban ni ganar para llegar a la siguiente fase, les bastaba con empatar. Sin embargo, conseguir las tablas resultó ser una tarea demasiado ardua para los hombres de Advocaat, que deslumbraron con el 4-1 que le endosaron a la República Checa en la primera jornada, erraron cediendo un empate frente a Polonia, en la segunda, y cayeron eliminados en la tercera, con una derrota por la mínima (1-0) y una tremenda sensación de injusticia.
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