Rosmery Mamani de El Alto rumbo a Francia para vender sus cuadros

Rosmery Mamani vivió en las dos últimas semanas las horas más intensas de su vida. Recibió la noticia de que fue seleccionada para exponer en dos festivales en Francia y empezó un ritmo frenético de trámites y trabajo pues, entre otras cosas, debe vender la mayor cantidad posible de obras para costear su viaje previsto para el 26 de este mes.

La artista alteña de 26 años llevará tres cuadros al Festival Internacional du Pastel Ville de Feytiat, que se efectuará a partir del 30 de junio en Limoges. Luego participará con otras tres piezas en el Festival Saint-Florent-leVieilm, que abrirá el 7 de julio en Abbaye.

En ambas exposiciones se seleccionaron 300 lienzos de artistas de varias partes del mundo, por lo que la sola participación es desde ya un privilegio.

Y no sólo los expertos franceses valoran el talento de Mamani. Fue una de las más destacadas alumnas de la Escuela Municipal de Artes de El Alto, donde se formó con el maestro Ricardo Pérez Alcalá, quien, al igual que críticos y artistas como José Bedoya y Alfredo La Placa, ven su arte como uno de los más promisorios del medio.

En busca de un sueño

“Estoy feliz de representar a la ciudad de El Alto y a Bolivia. Fue una verdadera sorpresa porque éstos son dos de los eventos más importantes de Europa. Lo que me falta es dinero para el viaje, pero iré como sea, estoy vendiendo mis obras y también buscando apoyo”, comenta Mamani a Página Siete.

A contrarreloj, no deja de pintar un poco, de preparar sus obras elegidas, ofrecer otras y, de paso, visitar cuanta institución pueda y enviar cartas en busca de apoyo.

¿Pero cómo empezó todo? Mamani envió primero una muestra de sus obras a un concurso en Francia que convocaba a artistas especializados en la técnica del pastel. Después de unos meses, los organizadores de la presentación la llamaron. “Me dijeron que mi obra era magnífica y que la recomendaron a dos festivales”, cuenta, sobreponiéndose a su natural modestia.

“Me dijeron que mi trabajo era muy bueno y que merecía presentarse en algo más grande. Luego me avisaron que estaba seleccionada en estos festivales”, agrega.

Pero además fue invitada para ser miembro de la Sociéte des Pastellistes de France, fundada en 1885 y que congrega a muchos de los mejores cultores de la técnica del pastel en todo el mundo.

Como es evidente, Rosmery es una apasionada de la pintura al pastel, pero también incursiona, con la misma maestría, en el óleo y la acuarela. En cuanto a temas, por ahora se especializa en retratar los rostros y paisajes indígenas, andinos, aymaras que predominan en El Alto.

Precisamente en la colección que llevará a Francia mostrará figuras y rostros de mujeres indígenas, afrobolivianas y de personas de la tercera edad. “Busco mostrar la grandeza de mi gente y trato de plasmar su sabiduría. Cuando pinto a una limosnera no quiero mostrar su pobreza, sino la belleza de su alma”, dice.

“No hay nada imposible”, asegura, transmitiendo el positivismo que no sólo plasma con el pincel, sino que también rige todas sus actividades. Por eso está segura de que conseguirá viajar a cumplir su sueño y no vaciló ni siquiera en escribirle al correo electrónico del ministro de Culturas, Pablo Groux, para pedirle ayuda. ¿Habrá revisado la autoridad su casilla en estos días?

Página Siete

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