“Camila” es ecuatoriana, oriunda de Esmeraldas, hace cuatro años se deslumbró por el dinero fácil y el estilo de vida, cayendo en los brazos del narcotráfico. Su condena es de ocho años de prisión, la detuvieron luego que en su departamento encontraran cerca de tres kilos de cocaína.
Junto a ella está “Marcela”, también está presa por las mismas razones, aunque ella asegura que el propietario de la droga que encontraron en su posesión era de su jefa, “ella me pidió que llevara unos paquetes hasta España, en el aeropuerto se dieron cuenta que era heroína”, comentó.
Así como “Camila” y “Marcela”, decenas de mujeres están inmersas en el mundo del narcotráfico. Según estadísticas de la Policía Judicial de Pichincha, de las 422 personas que se detuvieron en lo que va del año,173 son de sexo femenino, cantidad que se acerca mucho a los 243 hombres apresados.
Las curvas, los atributos, el poder de seducción y la perspicacia del sexo femenino son varias de las cualidades que los narcotraficantes buscan al momento de seleccionar a las “chicas de la mafia”.
Un agente de la Unidad contra el Crimen Organizado (ULCO) manifestó que es extraño que las mujeres formen parte de los altos mandos de una organización de narcotráfico, sino más bien son reclutadas como parte operativa o como comerciantes del estupefaciente.
Según el policía, los narcotraficantes mantienen a sus mujeres como “una especie de trofeos” y son usadas como una pantalla. “Es más fácil que pasen desapercibidos acompañados que solos”, explicó.
De acuerdo a la tesis Drogas, cárcel y género en Ecuador, cuya autora es Andreina Torres, y que fue publicada en el 2008, “el delito del narcotráfico es la principal causa de encarcelamiento en las mujeres del país”.
El documento establece que a partir del 2003 los centros de rehabilitación femeninos registraron un incremento en féminas capturadas por tráfico de estupefacientes, dejando así de ser un negocio ligado estrechamente al género masculino.
En el microtráfico
Según la Unidad de Antinarcóticos, son las mujeres embarazadas quienes comúnmente entran al negocio del microtráfico, esto a sabiendas y aprovechando que las leyes prohíben que se las detenga por su estado de gestación.
“Se embarazan, dan a luz o a veces abortan, luego se embarazan de nuevo, todo para continuar con el negocio”, comentó uno de los agentes que trabaja en este departamento.
Como “mulas”
Otras de las maneras en las que las mujeres entran en el negocio de las drogas es convirtiéndose en “mulas”, es decir transportando droga de un país a otro, ya sea en paquetes, encomiendas, maletas y productos o llevando el alcaloide dentro de sus cuerpos.
A inicios de este mes la Policía Antinarcóticos detuvo en el aeropuerto Mariscal Sucre a tres tailandesas que habían llegado al Ecuador hace pocas semanas y cuando iban a viajar a Holanda, Tailandia y Ámsterdam fueron detenidas, dos de ellas con varios paquetes de toallas húmedas untadas con cocaína y una con dos kilos de la misma droga, pero oculta en la base de una maleta.
En el mundo
A escala mundial la situación es igual, hermanas, esposas y hasta hijas de narcotraficantes conocidos han terminado presa por su relación con el crimen organizado y sus lazos con “los duros” de diferentes carteles.
Una de estas mujeres es Sandra Ávila, conocida en el mundo de los medios de comunicación como “La reina del Pacífico” y vinculada al cartel de Sinaloa, México.
Ávila fue detenida en septiembre del 2007 y enfrenta cargos por delincuencia organizada, lavado de dinero y conspiración para el tráfico de drogas.
Zulema Hernández, también del cartel de Sinaloa, era la amante del narco conocido “El chapo Guzmán”, cayó presa en dos ocasiones y en el 2005 fue hallada muerta dentro del baúl de un carro y envuelta en cobijas.
Los tentáculos de las droga también tocan a las reinas de belleza, este es el caso de Juliana Sossa, una modelo colombiana que se convirtió en novia del narcotraficante mexicano llamado “JJ” y terminó en problemas con la ley.
Junto a ella está “Marcela”, también está presa por las mismas razones, aunque ella asegura que el propietario de la droga que encontraron en su posesión era de su jefa, “ella me pidió que llevara unos paquetes hasta España, en el aeropuerto se dieron cuenta que era heroína”, comentó.
Así como “Camila” y “Marcela”, decenas de mujeres están inmersas en el mundo del narcotráfico. Según estadísticas de la Policía Judicial de Pichincha, de las 422 personas que se detuvieron en lo que va del año,173 son de sexo femenino, cantidad que se acerca mucho a los 243 hombres apresados.
Las curvas, los atributos, el poder de seducción y la perspicacia del sexo femenino son varias de las cualidades que los narcotraficantes buscan al momento de seleccionar a las “chicas de la mafia”.
Un agente de la Unidad contra el Crimen Organizado (ULCO) manifestó que es extraño que las mujeres formen parte de los altos mandos de una organización de narcotráfico, sino más bien son reclutadas como parte operativa o como comerciantes del estupefaciente.
Según el policía, los narcotraficantes mantienen a sus mujeres como “una especie de trofeos” y son usadas como una pantalla. “Es más fácil que pasen desapercibidos acompañados que solos”, explicó.
De acuerdo a la tesis Drogas, cárcel y género en Ecuador, cuya autora es Andreina Torres, y que fue publicada en el 2008, “el delito del narcotráfico es la principal causa de encarcelamiento en las mujeres del país”.
El documento establece que a partir del 2003 los centros de rehabilitación femeninos registraron un incremento en féminas capturadas por tráfico de estupefacientes, dejando así de ser un negocio ligado estrechamente al género masculino.
En el microtráfico
Según la Unidad de Antinarcóticos, son las mujeres embarazadas quienes comúnmente entran al negocio del microtráfico, esto a sabiendas y aprovechando que las leyes prohíben que se las detenga por su estado de gestación.
“Se embarazan, dan a luz o a veces abortan, luego se embarazan de nuevo, todo para continuar con el negocio”, comentó uno de los agentes que trabaja en este departamento.
Como “mulas”
Otras de las maneras en las que las mujeres entran en el negocio de las drogas es convirtiéndose en “mulas”, es decir transportando droga de un país a otro, ya sea en paquetes, encomiendas, maletas y productos o llevando el alcaloide dentro de sus cuerpos.
A inicios de este mes la Policía Antinarcóticos detuvo en el aeropuerto Mariscal Sucre a tres tailandesas que habían llegado al Ecuador hace pocas semanas y cuando iban a viajar a Holanda, Tailandia y Ámsterdam fueron detenidas, dos de ellas con varios paquetes de toallas húmedas untadas con cocaína y una con dos kilos de la misma droga, pero oculta en la base de una maleta.
En el mundo
A escala mundial la situación es igual, hermanas, esposas y hasta hijas de narcotraficantes conocidos han terminado presa por su relación con el crimen organizado y sus lazos con “los duros” de diferentes carteles.
Una de estas mujeres es Sandra Ávila, conocida en el mundo de los medios de comunicación como “La reina del Pacífico” y vinculada al cartel de Sinaloa, México.
Ávila fue detenida en septiembre del 2007 y enfrenta cargos por delincuencia organizada, lavado de dinero y conspiración para el tráfico de drogas.
Zulema Hernández, también del cartel de Sinaloa, era la amante del narco conocido “El chapo Guzmán”, cayó presa en dos ocasiones y en el 2005 fue hallada muerta dentro del baúl de un carro y envuelta en cobijas.
Los tentáculos de las droga también tocan a las reinas de belleza, este es el caso de Juliana Sossa, una modelo colombiana que se convirtió en novia del narcotraficante mexicano llamado “JJ” y terminó en problemas con la ley.
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