Los padres son usualmente los primeros en reconocer cuándo un hijo/hija tiene un problema emocional o de comportamiento. Aun así, la decisión de buscar ayuda profesional puede ser difícil y dolorosa para los padres. El primer paso es tratar de hablar tiernamente con el niño. Una conversación sincera acerca de los sentimientos a veces puede ayudar. Los padres pueden escoger el consultar con el médico del niño, maestros, miembros del clero, u otros adultos que los conozcan bien. A continuación se describen algunas señales indicativas de que una evaluación por un siquiatra puede ser de gran ayuda: Cambios negativos importantes en el rendimiento académico. Malas calificaciones en la escuela, a pesar de hacer un esfuerzo notable. Mucha preocupación o ansiedad excesiva, lo que puede manifestarse en su resistencia para asistir a la escuela, al acostarse a dormir o al participar en aquellas actividades normales para un niño de su edad. Hiperactividad, inquietud, movimiento constante más allá del juego regular. Pesadillas persistentes.
Desobediencia o agresión persistente (de más de 6 meses) y conducta de oposición provocativa hacia las figuras de autoridad. Rabietas frecuentes e inexplicables. En los adolescentes se manifiestan cambios marcados en el aprendizaje en la escuela o dificultad para enfrentarse a los problemas.
Desobediencia o agresión persistente (de más de 6 meses) y conducta de oposición provocativa hacia las figuras de autoridad. Rabietas frecuentes e inexplicables. En los adolescentes se manifiestan cambios marcados en el aprendizaje en la escuela o dificultad para enfrentarse a los problemas.
aacap.org
1 comentario:
Muy buen aporte. La educación que les brindemos a nuestros hijos en los primeros años es fundamental en su futuro como personas. Por este motivo no veo con malos ojos instruirse a través de profesionales para saber de qué forma podemos instruir a los chicos y así optimizar su adecuado crecimiento.
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