La lactancia materna es la forma de alimentación más sana, completa y natural que puedes ofrecer a tu bebé, pero no siempre su instauración es coser y cantar, y a veces, se complica. Por experiencia puedo contar que, cuando se desconocen los secretos para amamantar, pueden surgir problemas que se previenen fácilmente poniendo en marcha una serie de trucos.
A mi primer hijo, se lo llevaron al nido nada más nacer y no volví a verle hasta cuatro horas después del parto. Cuando me pusieron al niño al pecho, comenzó a rechazarlo, no quería mamar y, en ese momento, comenzaron mis problemas. En cambio, con el segundo, mi ginecóloga me colocó al niño en el pecho en la misma sala de partos y la lactancia fue un verdadero placer para mi porque, desde ese momento, todo rodó sobre ruedas.
El poderoso instinto de succión del bebé.
Y es que para empezar la lactancia con buen pie, mi ginecóloga insistió en que era necesario que acercase a mi bebé al pecho en la primera hora después del parto tanto si era natural como por cesárea. Así, lo hizo, nada más nacer, me puso a mi hijo al pecho, entonces le vi por primera vez, me presionó la mama, salió un poco de calostro y empezó a mamar. Aquel momento fue muy especial y el presagio de que, esta vez, sí, todo iría bien. Cuando el bebé nace está alerta, despierto y su instinto de succión es muy poderoso.
El reflejo de búsqueda del pezón puede estimularse aún más si la madre deja salir un poco de leche para aumentar la voluntad del bebé al prendido del pezón. Esta experiencia no se olvida y facilita el interés del bebé por mamar en las siguientes tomas. En cambio, dos horas después de haber nacido, los bebés entran en un estado letárgico, que dura de 6 a 12 horas, en el que pierden interés por mamar, se sienten cansados y sólo quieren dormir. La posición del bebé sobre mi cuerpo para la lactancia fue otra de las lecciones más importantes. La colocación es esencial para facilitar el prendido al pecho. La boca del bebé debe estar bien abierta para que pueda extraer la leche del pezón, sus ojos deben mirar hacia la mamá y su cuerpo debe reposar sobre la tripa materna. Otra recomendación importante para establecer el vínculo entre madre e hijo es crear el clima adecuado.
Durante las tomas, mi ginecóloga me recomendó paz y tranquilidad. En el hospital pedía a las visitas que abandonaran la habitación unos minutos y, después, en casa empecé a hacer lo mismo. El pecho materno proporciona alimento, amor y calor, su contacto calma y tranquiliza al bebé y la voz materna le ofrece seguridad. Alimentar a mi bebé a demanda, cada vez que lo pedía, también le ayudó a estimular su instinto de succión durante los primeros días. Una mamada de 10 o 15 minutos en cada pecho, cada hora y media o dos horas puede ser normal hasta que poco a poco, la leche va cambiando y reuniendo más calorías. Entonces, el bebé pedirá el pecho cada tres horas. Para cuidar el buen estado de los pezones, conviene untarlos con leche después de cada toma, pues les proporciona hidratación. Evité chupetes y mamaderas para no hacer un lío a mi hijo y la lactancia se convirtió en una experiencia placentera como ninguna, que prolongué hasta los once meses. Ahora que vas a ser mamá, pon todo esto en práctica, te lo recomiendo. Vívelo.
Guía Infantil
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