Las mujeres embarazadas tienen prohibido el consumo de bebidas alcohólicas, ya que puede ocasionar serios e irreversibles daños en el feto.
Beber alcohol estando embarazada puede traer consecuencias negativas. Cada año, son varios los bebés que nacen con alguna malformación como consecuencia de la ingesta de alcohol de la madre. A pesar de que son muchas las mujeres que están conscientes de los graves problemas generados por el alcohol en el embarazo, algunas no le toman el peso o no saben que el consumir una dosis mínima, puede traer secuelas irreparables para el bebé.
Por esta razón se recomienda a las embarazadas, y a aquellas mujeres que se encuentran en período de lactancia, no consumir nada de alcohol, incluido el vino, la cerveza y otros tragos más suaves. De la misma forma, es fundamental que aquellas que tengan en sus planes quedar embarazadas, dejen de consumir alcohol antes de concebir una nueva vida.
Especialistas estadounidenses detectaron el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que se caracteriza por un crecimiento lento, rostro anormal, problemas en el sistema nervioso central del bebé y alteraciones conductuales.
Hay que tener claro que cuando una mujer embarazada consume alcohol, pasa directamente al feto por medio de la placenta. Pero el feto no tiene la misma capacidad que un adulto para descomponer el alcohol, por lo que el proceso es más lento, llegando a producir, en algunos casos, los llamados Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (FASD), una de las causas de retraso mental.
El doctor Patricio Vásquez, gineco-obstetra de Clínica Indisa explica que “en general, nuestro principal problema es la paciente alcohólica, ya que al suspender la ingesta de alcohol desarrollan un síndrome de privación, el cual se caracteriza por irritabilidad, alucinaciones y síntomas autonómicos. La principal intervención en estos casos es el manejo multidisciplinario con psicólogos, neurólogo, gineco-obstetra y psiquiatra, para instaurar las terapias sicológicas y medicamentosas antes del inicio del síndrome de privación.
“Además, la mujer embarazada es una paciente más susceptible para poder interrumpir el consumo perjudicial de alcohol o la ingesta de drogas, ya que tiene en consideración la vida del bebe por nacer. Aquí también es muy importante el manejo multidisciplinario, ya que hay una serie de variables que deben ser intervenidas para lograr una terapia exitosa. Esto incluye intervención social para sacar a la paciente del ambiente perjudicial, manejo por psicólogos y psiquiatras para evaluar la causa del beber anormal, manejo neurológico para las consecuencias de la interrupción de la ingesta de alcohol y, finalmente, el manejo obstétrico para ir evaluando el buen desarrollo fetal”, agrega el especialista.
Incluso, los bebés que poseen este trastorno son pequeños al nacer y su desarrollo es dificultoso. Sus ojos son pequeños, la piel entre el labio superior y la nariz es lisa, es decir, no presenta los relieves que poseen la mayoría de las personas. En cuanto al corazón del bebé, puede que éste no se desarrolle totalmente, también pueden tener un cerebro pequeño, con una forma poco común y presentar algo de incapacidad mental. De la misma forma, pueden tener problemas de concentración, coordinación, de comportamiento y emocionales.
Los efectos que puede producir el FASD duran para toda la vida y, a pesar que la persona no experimente algún grado de retraso mental, es probable que presente trastornos psicológicos, que se reflejarán en el individuo cuando comience a vivir de forma independiente.
Por todo lo dicho anteriormente, se recomienda a toda embarazada, a aquellas mujeres que sospechen estarlo o que tengan planes de concebir, no ingerir alcohol. Si ya está consumiendo, debe dejarlo lo antes posible, para evitar los riesgos mencionados.
La pareja es fundamental para ayudar a que la mujer deje de consumir alcohol. Se aconseja que el hombre no beba delante de ella, porque será un gran aporte para evitar la tentación y así prevenir el nacimiento de un hijo con problemas.
facemama.com
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