Legalizar el matrimonio homosexual es un primer paso en la lucha por el reconocimiento. Bajo esa premisa, instituciones como el colectivo LGBT (lésbico, gay y bisexual y transexual) y la Comunidad Diversidad trabajan para que se aprueben las uniones de las personas del mismo sexo, una visión que ya ha encontrado eco en el ámbito político.
Hilda Saavedra, diputada del MAS, presentó un proyecto de ley sobre el matrimonio gay. “Ha llegado el momento de sentarnos a discutir y estamos trabajando para cambiar y descolonizar este país para que ningún grupo sea discriminado”, afirma la legisladora.
El proyecto establece que debe interpretarse que el artículo 63 de la Constitución Política del Estado no limita ni prohíbe que los derechos al matrimonio civil y a las uniones libres puedan ser ejercidos por parejas conformadas por personas del mismo sexo, en igualdad de derechos.
La nueva Constitución, aprobada en enero de 2009, reconoce los derechos de las diversidades sexuales en su artículo 14, inciso II, que reza: “El Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón de sexo, color, edad, orientación sexual, identidad de género, origen, cultura, nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo religioso, ideología, filiación política o filosófica, estado civil, condición económica o social, tipo de ocupación, grado de instrucción, discapacidad, embarazo u otras que tengan por objetivo o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos de toda persona”.
Para David Aruquipa, presidente de LGBT de Bolivia, el objeto de la lucha por una unión gay libre no es reproducir el modelo del matrimonio católico.
“No vemos el matrimonio como una institución que vamos a fortalecer, sino que entrando en esa institución, nuestra idea es hacerla evolucionar quebrando el modelo de violencia matrimonial que existe ahora. El matrimonio no es una cuestión religiosa, sino de derecho. Si ha sido creado como un instrumento de control y de individualización de la familia, creemos que podemos cambiarlo”, argumenta.
Paris Galán, cuyo nombre real es Carlos Parra Herrera, de la Comunidad Diversidad, opina que el movimiento detrás de esa causa es “justo y puede permitir acceder a los derechos que brinde el matrimonio”, como el derecho social, derecho en cuanto al acceso a la salud y también en cuanto a los impuestos.
Según Galán “es también una manera de restituir daños”.
“Una lucha equivocada y conservadora”
Sin embargo, María Galindo, del colectivo Mujeres Creando, considera que la promoción de la legalización del matrimonio es “una lucha conservadora y equivocada porque implica asimilarse al modelo burgués del núcleo familiar”, donde el matrimonio es un contrato de “subordinación y de pertenencia”.
Según Galindo, “otorgar el matrimonio a maricones y lesbianas, se usa (por parte de los políticos) como un mecanismo para demostrar que son progresistas. Cristina Fernández (actual presidenta de Argentina) legalizó el matrimonio gay pero no legalizó el aborto”, afirma la activista.
Pero una legalización de la unión gay también implica considerar el tema de la adopción de hijos. Según Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, la adopción encarada por una pareja del mismo sexo “es una negación del derecho de los niños a tener un padre y una madre”.
“Hay un reconocimiento público que el matrimonio entre un hombre y una mujer es una conquista de la civilización y en los países occidentales existe una tendencia a modificar la visión clásica del matrimonio entre un hombre y una mujer, o más bien a abandonarla, suprimiendo su reconocimiento legal específico y privilegiado en cuanto a otras formas de uniones”, declaró el funcionario católico.
Ante esa posición, Galán sostiene que “una familia no es necesariamente biológica, también se puede construir a partir de una decisión de una pareja del mismo sexo”.
En diferentes países del mundo la comunidad homosexual lucha para legalizar sus derechos y, en esa línea, Bolivia avanza paso a paso, aunque Galán aún considera que “hay muchas leyes, pero todavía son discursos”.
Para estos movimientos, la batalla en pos de lograr el reconocimiento de las uniones gay “debe ser de la sociedad y orientada a cambiar la manera que tiene la gente de ver otros tipos de géneros sexuales distintos al suyo”.
En Francia, en Bolivia y en muchos otros países los homosexuales siguen sufriendo cotidianamente la discriminación en cuanto al acceso al empleo, a la vivienda. Sin embargo, no son solamente las leyes que tienen que evolucionar, sino las mentalidades y eso pasa por más educación desde el colegio.
Página Siete
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