Desde hace 12 años, el domicilio de Juana Conde de Limachi se ha convertido en una suerte de altar, donde cada lunes una veintena de personas acude para pedir favores y agradecer los ya recibidos, a los pies de Rosalinda y Mariano, dos “ñatitas” (cráneos humanos) a las que se les atribuyen milagros.
Flores, velas, coca y fruta son algunos de los obsequios que los devotos ofrecen a las “ñatitas”, ubicadas en una sala especial que la familia Limachi Conde acondicionó en su residencia, de la zona Puente Topáter.
Hoy es el día de las “ñatitas”, una celebración popular que ganó adeptos en los últimos años y que, según los expertos, tiene elementos cristianos y paganos. De hecho, hay sacerdotes que objetan el ingreso de las calaveritas en una iglesia católica, mientras que otros celebran misa en las casas de quienes las acogen.
Juana y su esposo, Félix Limachi, son devotos de las “ñatitas” desde hace 25 años. Tuvieron a Mariano hace 12 años, cuando una familia se lo entregó. “No sabíamos qué se llamaba. Una noche soñé con un hombre que me gritaba muy fuerte, parecía mexicano y me decía cuatro veces que su nombre era Mariano”, recordó Juana.
En tanto, Rosalinda llegó hace cinco años a la familia. Inicialmente estuvo en manos de estudiantes de medicina, que por motivos de estudio desenterraron los restos de una difunta de nombre Rosa. Al tenerla, los Limachi Conde le cambiaron el nombre por Rosalinda.
Las dos “ñatitas” tienen sus fieles devotos que cada lunes les ofrecen flores, coca, velas y frutas, y les dedican oraciones en busca de sus bendiciones.
“Se les reza Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Se finaliza la oración con la frase ‘que se reciba la oración’”, cuenta Juana.
En esta jornada, Juana dice que llevará a sus dos “ñatitas” a la iglesia del Cementerio General de La Paz para que sean bendecidas con una eucaristía. Después, las agasajará en su casa junto a sus más allegados y los devotos más fieles. “Recibiremos a las visitas y compartiremos un platito y cerveza”.
Página Siete
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