La fiebre es uno de los motivos frecuentes de consulta para los pediatras. Ante el cuadro febril de un niño, siempre está justificada la precaución, pero con medida. La alarma exagerada no es conveniente. Según la doctora Amalia Arce, autora del blog Diario de una mamá pediatra, lo importante "son los otros síntomas y cómo se encuentra el niño: si sigue jugando, los padres pueden estar tranquilos que si se encuentra apagado". Para los especialistas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) "es más importante conocer el origen de la fiebre y el estado del niño que la temperatura en sí". Es clave que los padres reciban educación sobre qué es la fiebre y cómo hay que tratarla. Deben saber que "la fiebre es una respuesta del organismo para hacer frente a las infecciones y que la tos sirve para eliminar secreciones", señala el pediatra Francisco Hijano. Un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) recuerda a los padres que la fiebre por lo general es solo la respuesta natural del cuerpo contra la enfermedad, que reducirla podría en realidad prolongar una dolencia y solo hay que tratarla si esta hace que el niño se sienta incómodo.
EFE
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