Consejos para ser felices durante toda la vida

La felicidad es deseo, no posesión material, o sea, querer algo es mejor que tenerlo, según una reciente investigación científica difundida en Journal of Consumer Research. La felicidad ha sido desde hace siglos motivo de preocupación de filósofos, psicólogos, sociólogos y antropólogos, tanto en Occidente como en Oriente.

Para Aristóteles, por ejemplo, la felicidad consistía en la autorrealización dentro de un colectivo humano, adquirida mediante el ejercicio de la virtud. En Oriente, en tanto, la felicidad surge de un estado de armonía.

Como estos dos ejemplos, diversas escuelas y tendencias tienen una respuesta propia a la pregunta: “¿qué es la felicidad?”, pero el estudio publicado ahora en Journal of Consumer Research encara la relación deseo de un objeto y adquisición de éste.

Según esa publicación, desear mucho algo “carga” de expectativas a las personas, lo cual comporta una ráfaga de optimismo y una explosión de alegría al pensar en la posesión futura.

Pero luego, cuando ya se obtuvo el objeto ambicionado, la persona sufre una “caída del placer”, es decir, toda la felicidad que se había experimentado con el deseo se desploma con su realización, explicó Marsha Richins de la University of Missouri.

La experta estaba interesada en profundizar el concepto de que la búsqueda espasmódica de la felicidad es lo que principalmente impide ser felices.

Materialismo

Richins trató pues de experimentar sobre el tema relativo al materialismo y al consumismo tan en boga en la actualidad. Para ello involucró a un grupo de personas y “midió” su nivel individual de materialismo. Luego examinó el estado de ánimo que presentaban antes y después de haber comprado algo importante y que habían ambicionado mucho.

De esta investigación surgió que tenía poca relevancia el tipo de compra realizada por los sujetos. Los estados de ánimo antes de la compra eran en todos los casos de expectativa, de felicidad, de optimismo.

A ellos se sumaba la confianza en creer que la adquisición iba a mejorar la vida, cambiándola en mucho. Pero estos sentimientos decaían prácticamente de inmediato a la compra. En consecuencia, al menos en relación a los bienes materiales, la felicidad radica en la espera y en las expectativas relacionadas a un deseo de compra, no en realizarla.

Página Siete

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