Su jornada laboral se inicia a las 05.00; debe tener todo limpio para recibir a los estudiantes.
“El trabajo de un portero o portera es muy sacrificado y poco gratificante, a veces somos despreciados tanto por estudiantes como por docentes, pero consideramos a las escuelas como nuestro gran hogar, pues hay niños, adolescentes y profesores a quienes debemos atender y cuidar”. El testimonio es de Antonia Vargas, portera de la unidad educativa 18 de Mayo, ubicada en la exfábrica SAID entre la calle Quintanilla Zuazo y la avenida República.
Relato de una vida de servicio. Tiene 68 años y comenta que comenzó a desarrollar esta actividad hace 38. Confiesa que espera jubilarse pronto, pues los años ya no le permiten realizar ciertos esfuerzos físicos.
“Diariamente limpio 12 aulas, pues es una unidad educativa del nivel secundario. Hago sola el trabajo, aunque algunas veces me ayuda mi hijo, pero él tiene sus propias ocupaciones”.
Dijo que de lunes a sábado debe levantarse muy temprano para iniciar su jornada de trabajo. “Los jóvenes entran a clases a las 08.00. A esa hora, las aulas, pupitres, pizarras, ventanas y baños deben estar limpios. Generalmente me despierto a las 05.00 para disponer de tres horas en hacer la limpieza”.
Recuerda, que hace años, cuando aseaba uno de los baños se fracturó la pierna derecha. “Me resbalé, caí y estuve enyesada tres meses, el Director y los profesores me apoyaron en mi recuperación y aliviaron mi trabajo al ordenar a los estudiantes depositar la basura en los contenedores”.
Mencionó que también recibió capacitación por parte de la Alcaldía para reciclar las envolturas del desayuno escolar. “Con el dinero que se logra recolectar, nos dotan de material de trabajo, en realidad, de ropa”.
Antonia Vargas, portera de la unidad educativa 18 de mayo, dijo que a diferencia de sus compañeros, que comentan sobre la presencia de fantasmas, el establecimiento es tranquilo. dijo que sólo son rumores.
La Prensa
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