El Alto tiene 24 bibliotecas municipales. Todas están instaladas en salas de las juntas vecinales o de las oficinas parroquiales. Es decir que el municipio no construyó ninguna infraestructura con ese fin. La oferta de libros, en estos sitios, es anticuada y referida sólo a materias escolares.
Otra de las características de estos repositorios es que a ellos acuden pocos estudiantes, unos diez por día, según los bibliotecarios.
Todos ellos reúnen 97 mil ejemplares de diferentes temáticas, aunque uno solo tiene en sus estantes el 57% de esa cantidad. Se trata del museo Antonio Paredes Candia, cuyos libros fueron donados al municipio de El Alto por el escritor.
En los restantes 24, los textos fueron adquiridos o por el Gobierno Municipal, en un 90%, o conseguidos mediante donativos gestionados por los responsables de estos lugares.
Ésa es la situación de la bibliografía en esta ciudad, a una semana de haberse promulgado la Ley del Libro, que entre uno de sus puntos plantea que los municipios y las gobernaciones inviertan recursos para la construcción de bibliotecas y para el fomento de la lectura.
La Alcaldía de El alto está preocupada por las limitaciones en esta materia y anuncia acciones para revertir esa situación. “Las bibliotecas han estado olvidadas desde hace mucho. Ahora, lo que queremos no es sólo actualizar los libros sino llenar las salas de lectura con jóvenes”, anunció el jefe de la Unidad de Espacios Culturales de la Dirección de Cultura de la Alcaldía, Wenceslao Márquez.
Esta autoridad indicó que la internet está alejando a los estudiantes de las salas de lectura.
Los ejemplares que están a disposición de los estudiantes en estos ambientes son, principalmente, de las materias de Primaria y Secundaria del sistema educativo escolar: matemáticas, lenguaje, historia, geografía, literatura, ciencias naturales y sociales. Todos fueron impresos hace más de 20 años y no corresponden a los cambios curriculares que se ejecutaron y se aplican en las unidades educativas.
Moderno. Esta situación es distinta en los administrados por la Iglesia Católica, como el de Villa Adela, que está en predios de la congregación Cuerpo de Cristo, del padre Sebastián Obermaier. Aquí se pueden hallar volúmenes actuales y para una formación universitaria.
Márquez aseguró que la Alcaldía realizará campañas para recoger más libros. “Es el objetivo en esta gestión, pues Antonio Paredes Candia ha dejado no sólo un legado sino una lección muy valiosa en torno a la lectura y la investigación”.
Las salas de lectura municipales son improvisadas. La mayoría son habitaciones de diez por diez metros, divididas en dos por una mampara, un espacio para los estudiantes y otro para el depósito de los volúmenes. Los ambientes están bien mantenidos, cosa que no ocurre con los muebles, pues sillas, mesas y estantes están desvencijados, según constató La Razón. Así está el mobiliario en el repositorio municipal de Villa Dolores.
Desde su creación, la Alcaldía de El Alto no construyó un edificio específico para una biblioteca municipal, de modo que las infraestructuras de las 24 bibliotecas son cesiones de las juntas vecinales y de las parroquias cristianas. De ese total, seis aún se encuentran bajo tutela de las organizaciones barriales.
En estos sitios, las sillas son de madera y casi ninguna tiene asientos acolchados. Tampoco cuentan con calefacción. Ésta fue la queja de Raquel, una estudiante de tercero de Secundaria asidua visitante de la biblioteca de Santiago II. “El frío, a veces, hace escapar a mis compañeros”, indicó a este medio.
Ninguna de las bibliotecas cuenta con ficheros, lo que representa que los textos apilados en aquellos lugares no están catalogados. Esto es un problema porque los menores de edad no pueden buscar sus preferencias y deben fiarse de los responsables del salón. Sólo en la de Villa Dolores se vio una computadora donde estaban catalogados algunos textos.
Campaña prolibro
Hace menos de dos meses, la Alcaldía de El Alto hizo una campaña de recolección de libros y logró reunir 1.000 ejemplares, los cuales serán distribuidos en las 24 bibliotecas municipales, según los requerimientos de cada una.
La Razón
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