La historia escrita por Grober Quisbert, un periodista que estuvo en las arenas de la lucha libre boliviana como catchacanista, devela las historias de hombres y mujeres que están por muchos años dentro de este deporte espectáculo en un fantástico documental.

El origen de las cholitas luchadoras fue plasmado en un DVD, testimonios de sus primeros impulsores se halla registrado en una magnifica obra audiovisual. El disco puede ser adquirido en las principales ferias de El Alto y La Paz.

¿Cómo se origino la idea de incursionar polleras en el ring?, hipótesis estructural del material audiovisual, que posteriormente termino siendo un rotundo éxito en Bolivia, Latinoamérica, Europa y Asia.

“El fascinante mundo de la lucha libre posee muchos secretos que no han sido develados, pero muchas personas quieren conocer”, “la red internet nos brinda pocas luces en relación a este deporte, más aún de quienes lo practican”, “el catchascan se ha establecido en los años sesenta con la llegada de luchadores mexicanos al territorio boliviano”, explicó Grober Quisbert.

“Mi mamá y mi hermana mayor han sido de pollera, soy hija de padres yungueños”, “las mujeres no solamente estamos hechas para la cocina sino también para subir a pelear al cuadrilátero”, argumentó Carmen Rosa, cholita luchadora, que gracias a la lucha libre y la prensa actualmente se halla como presentadora en un programa de televisión.

“Soy luchador paceño, bohemio y artista, tengo 47 años sobre el ring”, “las mujeres se colocan polleras para luchar en el cuadrilátero al igual que los peleadores nos colocamos un traje y máscara”, “los turistas quieren ver la calidad de lindas piernas que tienen las cholitas”, “los extranjeros gozan sabrosamente de los vuelos, caídas y volteos de las féminas aymaras”, relató el veterano Míster Atlas.

Juan Mamani, Titanes del Ring; Benjamín Simonini, LIDER y, Rolando Tintaya, ZONA MORTAL, colaboraron amablemente en la producción de este maravilloso material que tuvo por objetivo vislumbrar la historia de las Cholitas Luchadoras.

Texto y fotos: Alberto Medrano

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