El ex presidente y héroe de la democracia sudafricana, que luchó contra el sistema del “apartheid”, murió este jueves 5 de noviembre a los 95 años, en su país natal, así lo confirmó el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma.
Mandela pasó casi tres décadas en prisión, tras ser declarado culpable de sabotaje y de intentos de derrocar al gobierno, en su lucha en contra del sistema de segregación racial. Quedó libre en 1990 y cuatro años más tarde se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica. En 1993 fue reconocido con el Premio Nobel de la Paz.
Madiba falleció después de permanecer en estado “grave pero estable” desde el pasado día 8 de junio tras una recaída de su infección pulmonar. En noviembre pasado la esposa de Mandela, Winnie Madikizela-Mandela, dijo que el héroe sudafricano ya no podía hablar, porque tenía tubos que le ayudaban a limpiar sus pulmones, así que utilizaba gestos para comunicarse.
Su historial de problemas pulmonares se remonta a la época en que estuvo en la cárcel en Robben Island. En septiembre pasado dejó el hospital, donde había estado desde junio, por una infección pulmonar.
Fue educado como jefe de la tribu de los Temblu, a la que pertenecía, y todo indicaba hacia un matrimonio concertado. Pero cursó Derecho en la única universidad para negros de Sudáfrica y un año después huyó a Johanesburgo para evitar una boda por obligación. A lo largo de su vida se casaría tres veces. Afloraban los retazos de su firme oposición al statu quo de la época.
A sus 26 años, ingresó en Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que luchaba contra la segregación racial, institucionalizada por ley cuatro años después con la victoria electoral del Partido Nacional. Empezaba el Apartheid en 1948.
Sudáfrica se dividía entre blancos, negros y mestizos; posteriormente los indios y pakisteníes se añadirían a la lista como una cuarta ‘categoría’ racial. La normativa establecía las zonas para cada grupo, los empleos a los que podían aspirar o su forma de educación. Los “no blancos” sólo podían acudir a los espacios ajenos a través de pases de visita concedidos a los trabajadores de la zona. El contacto social entre blancos y negros estaba prohibido. "Todo parece imposible hasta que se hace", diría casi 30 años más tarde. En aquel momento todo parecía imposible.
En este contexto, Mandela, junto a su partido, impulsó la campaña de desobediencia civil, que además de instar al pueblo sudafricano al incumplimiento de las leyes injustas, promovió también acciones violentas. Pasados los años, en 1961, se convirtió en el comandante del brazo armado de su partido y llegó a viajar a Argelia para recibir entrenamiento como guerrillero.
Hoy, la admiración global que se forjó hacia el líder sudafricano produce una cierta aura divina sobre su figura, aunque en una de sus muchas alocuciones manifestó que nunca se consideró un santo, “No soy un santo. Al menos que para ti un santo sea un pecador que simplemente sigue esforzándose”.
Radio Fides
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