El estrabismo es un problema de la vista que aparece sobre todo entre los dos y los cuatro años de edad, aunque puede ser congénito (estar presente desde el nacimiento) o aparecer en la adolescencia. Se trata de un mal notorio, porque los ojos no se mueven de forma coordinada. La oftalmóloga Katherine Ortiz, señaló que esta patología debe ser tratada a tiempo para ello se debe conocer en qué consiste y cuáles son sus efectos.
En qué consiste. La falta de coordinación en los movimientos de los 6 músculos que se encuentran en el ojo da lugar al estrabismo. Puesto que por alguna razón desconocida, hay músculos más fuertes de lo normal o músculos más débiles; la fuerza de los músculos no está equilibrada y por lo tanto unos tiran más que otros, lo que hace que el ojo se vuelque hacia el lado más fuerte.
Problemas que produce. Cuando el niño o adolescente tiene estrabismo el cerebro recibe dos imágenes diferentes y opta por anular una de ellas. Con el tiempo esto da lugar a un ojo vago (ambliopía). El tratamiento del estrabismo es muy importante. “Nunca es demasiado pronto para detectarlo ni para tratarlo; de hecho, cuanto antes se diagnostique más sencilla será su recuperación. No hay que olvidar que no desaparece espontáneamente”, enfatizó Ortiz.
Síntoma. El síntoma más evidente es la falta de paralelismo entre los ojos, aunque este trastorno también provoca una pérdida de la agudeza visual respecto al otro ojo (ambliopía); posiciones anormales de la cabeza; desviaciones; inclinación y tortícolis; visión doble; pérdida de visión binocular, y errores en el cálculo de distancias y en la percepción de relieves.
Cómo tratarlo. Si en el origen del estrabismo existe un problema de vista, la primera medida es ponerle gafas. Estas pueden corregir por completo en el 50 o 60% de los casos. Si a pesar de las gafas el pequeño sigue torciendo un ojo, el especialista investigará qué lo está provocando. Casi siempre es un trastorno en los músculos del ojo, que muchas veces requieren de intervención quirúrgica.
¿Cuándo operar?. En general entre los tres y los cinco años es una buena edad para hacerlo. A esta edad es más fácil que el cerebro del niño se acostumbre mejor a la nueva situación: que los dos ojos estén coordinados al mirar y envíen dos imágenes que puede integrar. Cuando aparece en la adolescencia o se espera hasta esa edad es posible que mejore estéticamente, pero podría ocurrir que el cerebro no integre la nueva visión global que le ofrecen los dos ojos.
Efectos psicológicos. Al no ser tratado a tiempo esta enfermedad se agudiza y se profundiza volviéndose más visible. El adolescente al pasar por una etapa de cambio se vuelve más vulnerable al que dirán y en muchos casos puede ser afectado por comentarios de compañeros, por lo cual es recomendable que este sea tratado por un especialista para sobrellevar la enfermedad, puntualizó la psicóloga infantil, Tusnelda Flores.
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