18 jul.- El 17 de julio de 1980, el Palacio de Gobierno de La Paz en Bolivia fue tomado por militares, para perpetrar un alzamiento contra el régimen de Lidia Gueiler Tejada, que había conseguido la presidencia del país el año anterior. Al mismo tiempo que el golpe de Estado se llevaba a cabo en el Palacio, varios paramilitares asaltaron la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), y paralizaron la reunión del Comité de defensa de la Democracia que se estaba realizando en ese lugar. Fue allí donde se produjeron varios asesinatos y por eso, este alzamiento ha pasado a la historia por ser uno de los más sangrientos del país. El líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz y los dirigentes Carlos Flores y Justo Vega fueron asesinados y decenas de figuras del ámbito político fueron detenidas. Hasta el día siguiente no fue cuando Luis García Meza, el principal propulsor del golpe, asumió la presidencia del país obligando a la presidenta a renunciar a su cargo mediante la lectura de una carta escrita por él.
El golpe de Estado no sorprendió a casi nadie, ya que meses antes se habían hecho algunas acciones que apuntaban a que los paramilitares terminarían realizando un alzamiento. El asesinato del padre Luis Espinal, la explosión de una granada en una marcha del COB o un sospechoso accidente de avión en el que fallecieron cuatro altos cargos, fueron solo algunas de las señales que evidenciaban que algo más gordo iba a pasar.
El gobierno de García Meza duró menos de un año, pero es considerado como el más cruel y sangriento de la historia del país, ya que durante esos pocos meses se llevaron a cabo fuertes torturas y asesinatos. En 1994 el golpista fue juzgado y sentenciado a 30 años de prisión, acusado de haber matado a varias personas para alzarse en el gobierno y durante su corto mandato. Aún así, el dirigente negó haber cometido tales hechos hasta el día se su muerte, en abril de 2018.